| Antes de empezar con el análisis de los temas, habría que puntualizar tres cuestiones importantes que afectan al tipo de dibujo del que se va a tratar aquí.
Aunque todo queda dentro del concepto amplio del dibujo, conviene diferenciar entre la representación que el arquitecto utiliza para el desarrollar el proyecto de la que utiliza para mostrarlo, para describir sus características o comunicar las ideas que le dan sentido. La primera es una herramienta para la experimentación formal y estructural y la segunda es una herramienta para el discurso gráfico. Lo que se va a tratar aquí afecta a esta última, al dibujo como herramienta de transmisión del proyecto y de las ideas que contiene. En este sentido hay dos cuestiones que conviene tener en cuenta. La primera es que los dibujos se construyen con las referencias de otros dibujos. Son el resultado del análisis, interpretación y valoración de un tema, de la utilización de unos medios y unas técnicas y de la consideración de una finalidad, pero su construcción no parte de cero, como solución lógica a estas cuestiones. Como todo lenguaje, el dibujo se construye a partir de códigos, convenciones y de la experiencia acumulada en el tiempo por otros dibujos, de lo que conocemos como cultura gráfica. La segunda cuestión es que la capacidad de representación y comunicación del dibujo tiene límites, más allá de los cuales su comprensión es ambigua. Límites que es necesario conocer porque son la propia esencia del dibujo, ya que son ellos los que señalan el marco de lo posible, el ámbito de actuación en el que es efectivo, y reconocerlos es el primer paso para valorar las capacidades del dibujo y el alcance de su comprensión.
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